martes, 2 de agosto de 2011

- Deme una sola razón para aceptar su invitación.
- Una sola razón... Dios mío... qué difícil.
Lo miro, divertida.
Y entonces, sin avisarme, me coge la mano:
- Me parece que he encontrado una razón más o menos buena...
Me pasa la mano por su mejilla mal afeitada.
- Una sola razón. Aquí tiene: diga que sí, para que tenga la oportunidad de afeitarme... Sinceramente, me parece que gano mucho cuando estoy afeitado.
                     Quisiera que alguien me esperara en algún lugar
                                                        Anna Gavalda

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