Hay días y días. Existen días que pasan de largo -abrumados por el calor sofocante del verano- y días que, como hoy, se paran a observarnos, dispuestos a hacer de ellos un cúmulo de confesiones, mentiras piadosas, sonrisas y miradas en silencio.
Y es que en ocasiones merece la pena pararnos a disfrutar del hoy, del momento, de esa centésima de segundo -apenas imperceptible para la mayoría- que te quema la piel, te aclara el pelo. Te deja sin respiración. Aquel segundo en el que te quedas dormido sobre su regazo. Aquellos minutos de persecucción con el fin de tirar uno al otro a la piscina o, simplemente, esa sensación de permanecer de pie, arropados por unas toallas mojadas.
Las prisas, los vuelcos de helados, las preocupaciones y los consuelos a base de agua y jabón. Nada mejor para disfrutar de una exquisita película en HD que se corta a la mitad que tu compañía y la penumbra de un salón que comienza a resultarme conocido. Nada mejor que esas despedidas a base de besos con sabor a McFlurry.
La verdad es que para mi fué un día muy especial que no sabría decir muy bien el por qué.
ResponderEliminarSupongo que fué un día mágico en cuanto a momentos concretos, pero también fué un día muy divertido; la piscina, el mcflurry, la película... jeje
Un día para el recuerdo pero ni mucho menos el único día bonito a tu lado, y ni mucho menos el último por que, a parte de que el día es bonito solo con tu presencia, vendrán muchos días que superen a este. ;)