Os diré la verdad, y sólo la diré una vez: aún las tardes en las que empiezan a refrescar (sí, esas en las que estás deseando que la gente se mueva para subir a casa a por la chaqueta y esconder las manos por debajo de la camilla) se echan de menos. Parece que con la llegada del frío nos refugiamos en nuestros pisos con calefacción (aunque personalmente no pueda decir lo mismo) ajenos al ambiente que se respira a kilómetros de nuestros hogares y que nos unen por esta red, por estas fotos y por el verano.
Es la magia de los sábados. No. Retiro lo dicho. Es la magia de Sayago, de Fresno, del pueblucho.
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