Me acabo de dar cuenta que se me acumula el trabajo. Y no precisamente porque me pase las tardes en blanco. Sin ir más lejos, esta tarde me he desplazado unos kilómetros hasta el pueblo de mi padre, Coreses, para acudir, como cada año, a la pequeña viña familiar que tenemos a las afueras. Y digo pequeña, pero casi me arrepiento, porque en toda la tarde apenas nos ha dado para empezar.
viernes, 30 de septiembre de 2011
martes, 27 de septiembre de 2011
San Miguel Arcángel siempre se celebra un 29 de septiembre. Sin embargo, en Fresno de Sayago su celebración varía en función de la fecha más cercana al fin de semana. Este año cayó en 25, por lo que el pasado fin de semana deparó muchas canciones, compras, fotos, camisetas amarillas, misas, ofertorios, procesiones y demás parafernalia. ¿Lo mejor de todo? El color amarillo que impregna todas y cada una de las fotografías que son sólo una breve selección de entre más de 228 fotos de aquella noche de sábado. Fijaros bien porque no hay una sola fotografía en la que el amarillo chillón no haga acto de presencia, esté más o menos oculto (seamos comprensivos, hubo un momento en el que, a altas horas de la noche, el frío era matador).
¿Lo mejor de todo? Que los ánimos no decayeron en toda la noche. Asique, sin más dilación, os dejo con un sábado muy muy especial que nunca defrauda.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
A veces lo más interesante de un día se reduce a un instante. Aquel momento que lo hace único en su especie. Y todo se basa en repeticiones o en nuevas experiencias. Esta tarde ha habido un poco de todo. Por ello lanzo una gran sonrisa al cielo.
Descubrir nuevas tiendas en Zamora -más bien en las afueras-, y no precisamente de ropa de marca, buscando arcilla polimérica o buscando taza para mis futuras quedadas en Salamanca son sólo algunas de las pestañas que se han abierto esta tarde. ¿El resultado? Una camiseta por un precio razonablemente bueno y una compañía inmejorable que ha aguantado lo suyo -eso sí, dando algún que otro tirón cual niño pequeña desesperado porque sus padres no se mueven del sitio-.
¿Y qué mejor que acabar la tarde con un breve escarceo por las afueras y alrededores del parque de Valorio? Común&novedad. La combinación perfecta.
SERGIO Y YO (BIENVENIDO) ;)
domingo, 18 de septiembre de 2011
Las tardes intensas acuden como un perro fiel. No hace falta llamarles, ni siquiera desearlo. Un coche, unos litros de gasolina y planes que se van al garete por ideas espontáneas, imprevisibles en medio de un septiembre que aún lucha por mantener las temperaturas veraniegas.
Así, lo que iba a ser una tarde como otra cualquiera terminó derivando en una excursión a través de rocas, arena, contra viento y marea, en un esfuerzo por alcanzar los escasos rayos de sol que sobrevivían a las siete de la tarde.
Así, lo que iba a ser una tarde como otra cualquiera terminó derivando en una excursión a través de rocas, arena, contra viento y marea, en un esfuerzo por alcanzar los escasos rayos de sol que sobrevivían a las siete de la tarde.
Así, sin quererlo ni beberlo, disfrutamos de unos kilómetros de paisajes, conversaciones e intentos por sintonizar la radio en busca de la retransmisión de la final España-Francia. Un resultado fetén.
EMBALSE DE RICOBAYO (ZAMORA)
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Roma y España. Dos mil kilómetros de distancia territorialmente hablando. Ahora, si ya nos ponemos a hablar de sentimientos, la cosa cambia. Dos mil kilómetros supone unas horas en avión, medio día en barco, algo más de 1440 minutos en autobús. Pero es la distancia anímica la que me preocupa, la que no duele pero te deja con una sensación de vacío que no la cubren ni todos los helados de limón y fresa del mundo.
Son demasiadas cosas de por medio. Ya no hablo sólo de kilómetros, ni siquiera de sentimientos. Es complicado intentar competir con el Coliseum romano. Imposible con la Fontana de Trevi. Demasiadas monedas lanzadas al agua. Demasiados deseos, vanas esperanzas confinadas en un foso de agua. Estatuas inmóviles que se han revelado ante unas paredes que lloran por no acaparar la suficiente atención. Una plaza demasiado reducida para tanta belleza concentrada. Y no, una contra eso no se puede si quiera plantear iniciar una competición, porque perdería antes de colocarse sobre la línea de salida. No. Sólo se puede soñar, imaginar, ponerse frente a una fotografía y pensar en un gran trasanlántico. Un viaje de ensueño a través de la ciudad-sobre-el-agua, un Nápoles acogedor, un mar y un barco expuesto a tormentas y sol. Mucho sol. El que es testigo de una distancia de dos mil kilómetros que cada día se va reduciendo.
Sí, todo viaje tiene su comienzo y su fin. Pero todo consiste en disfrutar a cada minuto del momento decisivo, único en su especie. De unos camareros que te hablan en italiano o de un barco en el que la única forma de conseguir una mesa para la comida sea dominando el inglés. Disfrutar, hablar, disfrutar.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Ojeras y seguridad en sus entrañas. ¡Qué ambivalencia de chica! Se lima las uñas con las paredes de los edificios, ríe cuando todo el mundo estalla en un mar de sollozos y lamentos. Salpica a los demás con su inconformismo disfrazado de rebeldía.
Ambivalente. Como ella sola. Como cuando se regocija en ombligos ajenos, apoyando su cabeza en la espalda de la gente porque no cree en sus gestos. Se pinta los párpados con acuarelas y toca el piano con los dedos de los pies. Toquetea los libros cubiertos de polvo y, a continuación, sin lavarse las manos, se cepilla el pelo. Coleta alta. A la altura de su cielo –más allá del Empire State-.
Se incorpora en el taburete del baño y piensa en él. Siempre tan sofisticado. Tan ajetreado. Tan suyo. Ella nunca llevaría ese batín de franela, ni haría una colección de pipas. Ella nunca leería a un Tom Clency ni a un Alejandro Dumas. No. Ella prefiere la inmersión libre, zambullida directa a Los árboles mueren de pie. Donde esté la locura de Alejandro Casona y el martirologio del Vaticano que se quite lo demás. Es ella. Fanática. Una patológica incurable. Alérgica al nivel del suelo. Loca.
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