miércoles, 29 de diciembre de 2010

Añoro las cenas. Añoro tener tiempo para mí misma y para los demás. Añoro todo lo que no sea estar permanentemente estresada pensando que no puedo más, que no doy más de sí, que de un momento a otro voy a estallar de la presión. Añoro no estar rodeada de una pila de apuntes, o sí estarlo, pero como en 2º. Con la misma tranquilidad con la que me lo tomaba entonces.

Añoro vuestra compañía. Aunque sólo hayan pasado cinco días desde esa maravillosa cena de Navidad: mi primera cena navideña fuera del calor del hogar. Pulseritas del mundial de colores, espumillón, bolas rojas y estrellas doradas. Conversaciones en el baño. Zapatitos nuevos. ¡Ah! Y mucha, mucha fiesta en Muga de Sayago. 






 













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